Rubén Berríos Martínez
Presidente
Partido Independentista Puertorriqueño
27 de febrero de 2010
A nadie debe sorprender el debate ideológico en el PPD; tampoco su desenlace. Sólo hay que conocer la trayectoria y naturaleza de ese p a r t i d o.
La lógica electoral del sector colonialista parece irrefutable. Alegan que de seguir la línea soberanista no podrán ganar las próximas elecciones pues el pueblo repudia cualquier cosa que se parezca a la independencia.
Para Hernández Mayoral "s o b e ra n í a política... es claramente independencia". Para un reconocido alcalde estadolibrista, el PPD ya sacó del independentismo lo que podía y la idea soberanista puede gustarle a algunos como al diabético le gusta el bizcocho pero si lo come, se muere.
Los bandos parecen irreconciliables, encaminados a una ruptura partidista.
No es así. El propio Miranda Marín ha clarificado que "lo que se quiere es despertar a un pueblo a discusiones nueva s ". Pero al promover esa discusión Willie le hace un buen servicio al país.
Para alcanzar el poder, el PPD padece de unidad perniciosa. Hernández Agosto ha anticipado la componenda salvadora de siempre. Propone "un proceso de discusión interna".
Para complacer a unos dice que el PPD "no puede caer preso de conceptos como la libre asociación" y para consentir a otros postula "un ELA con sob e ra n í a ", por supuesto, la de los votos no la del país. Inventarán una fórmula con palabras equívocas que incluya la Asamblea Constitucional de mentira.
Esa es la naturaleza del ELA y del P P D.
Como dijo Marx, Groucho, no Karl.
"Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros".
Reconocidos soberanistas y algunos de los aliados a su izquierda, aunque con capacidad drásticamente reducida, continuarán promoviendo el voto o votando por el PPD. Para justificarse dirán que para resolver el status, derrotar a Fortuño y parar la estadidad hay que votar por la Pava o el ELA. Además, ahí están los puestos públicos y el presup u e st o.
Lo dijo Matienzo: "Ésos están metidos en todas y cada una de las combinaciones que tengan por ideal supremo la guagua".
Sin embargo, la lógica colonialista encierra contradicciones insalvables. La historia comprueba y el liderato colonialista sabe que ELA es un semillero de estadistas. Esos líderes sólo piensan en ganar elecciones y por eso, en un país cada día más dependiente optan por parecerse a los estadistas al punto de confundirse con ellos. Olvidan a Truman: "Entre un republicano y un republicano de verdad, la gente siempre escogerá uno verdadero".
Además es evidente que el ELA está agotado, que multiplica el deterioro económico y social y que electoralmente "lo mejor de dos mundos" ya no convence. Aun así y aunque Puerto Rico necesita los poderes de la soberanía para resolver los problemas, el PPD no se atreve a apoyar un status soberano. Y sus versiones de "nuevo ELA" además de coloniales son inaceptables para Estados Unidos; no caben en el sistema constitucional norteamericano.
El "ideal" de la guagua llegó a un callejón sin salida.
Igualmente, aunque la estadidad tiene más votos cada día, tampoco tiene futuro porque es inaceptable para Estados Unidos. Los votos pueden cambiar pero la actitud de Estados Unidos respecto a Puerto Rico siempre dependerá de los intereses de esa nación, no de nuestra voluntad.
Para los independentistas, el debate en el PPD será muy positivo para adelantar la descolonización, la soberanía y la independencia.
Derrotada la posición soberanista en el PPD y reafirmado el "ideal" de la guagua, simpatizantes independentistas confundidos en elecciones pasadas, además de votantes independientes, soberanistas serios y jóvenes que creen en la descolonización, podrán encaminarse sin desvíos por la ruta de la suprema definición y abrazar la independencia.
La carrera es de resistencia. No importa quien se adelante en las primeras etapas, Puerto Rico será libre.