miércoles, 22 de julio de 2009

¿Alguien desea aún celebrar el 25 de julio?


Para comprender el verdadero significado del E.L.A. tenemos que ir a sus orígenes. A comienzos de la década del 50 los Estados Unidos había consolidado su hegemonía política mundial y daba prioridad a sus intereses militares en Puerto Rico con el fin preservar su dominio en el hemisferio. En esa época daba comienzo la Guerra Fría, el mundo se dividía en dos polos y Estados Unidos luchaba contra el expansionismo soviético. En ese contexto, Puerto Rico era una ficha clave para los intereses geopolíticos de los Estados Unidos. Y Estados Unidos no estaba dispuesto a renunciar a su control sobre Puerto Rico.

Lo único que permitió Estados Unidos en el 1952, fue la adopción de una Constitución dentro los parámetros coloniales existentes. En otras palabras, la Constitución del E.L.A. en nada alteró la relación colonial entre Puerto Rico y los Estados Unidos. El E.L.A. fue el intento de encubrir el crimen imperialista de los Estados Unidos contra Puerto Rico.

Pero si criminal fue la actitud imperialista de los Estados Unidos, más criminal fue la actitud del liderato Popular de la época que, en lugar de admitir su fracaso de lograr mayores poderes para Puerto Rico y denunciar y confrontar a los americanos por su política colonial, en lugar de decir que los americanos eran unos bandoleros por mantener a Puerto Rico como colonia, se doblegaron ante la imposición norteamericana. Y no sólo se conformaron con someterse sumisamente a la imposición colonial, sino que además la glorificaron. Ese es crimen más grande que se ha cometido contra este pueblo, glorificar la política colonial de los Estados Unidos mintiéndole al país presentando al E.L.A. como un modelo político moderno y digno, cuando lo que realmente significa es la vergüenza de continuar subordinados a los Estados Unidos.

Juan Dalmau

Guánica, 25 de julio de 2002

 

 

Y los colonialistas no se conformaron con vestir la mona de seda, persiguieron inmisericordemente a los patriotas nacionalistas y a los patriotas independentistas. Y la enseña de la patria, como decía María de Lourdes, que hoy cualquiera la levanta en Puerto Rico, era la enseña que, por tenerla en el hogar, le costaba cárcel a un patriota de Jayuya o de Utuado o de San Juan. Trataron de enterrar la palabra "Patria" y "Nación". Cuando yo era joven, decir "Patria" o "nación" era casi un pecado.

Pero, ¿qué ha pasado? Que el florecimiento de una nacionalidad es cuestión de tiempo y circunstancia. Que hubo hombres y mujeres que estuvieron veinticinco años en la cárcel, como don Rafael y doña Lolita, sin rendirse. Que hubo jíbaros independentistas en Santa Olalla, o en Cedro Arriba, o en Matrulla, que aun cuando les negaban a sus hijos los derechos mínimos de todo ciudadano, no estuvieron dispuestos a arrodillarse. Muchos de ustedes son hijos de esas cepas, gente que no tuvo precio. ¡Por supuesto que no podían ser mayoría! ¿Cuándo han sido mayoría en los pueblos, en momentos de persecución atroz los que han estado dispuestos a sacar la cara?
[…]
Durante los últimos cincuenta años el mundo le ha pasado por el lado a Puerto Rico. En el Caribe ya prácticamente no quedan colonias. Puerto Rico es la última gran colonia del mundo. Por supuesto, porque nos tocó ser colonia del país más poderoso del siglo 20. El milagro es que todavía seamos puertorriqueños. Y todos somos puertorriqueños, aun los que no están dispuestos a luchar por la libertad. Pero no es sólo que políticamente el mundo nos haya pasado por el lado; nos ha pasado por el lado económicamente también.

Rubén Berríos Martínez
Guánica, 25 de julio de 2002

Si miramos el paradigma de la estadidad, la conclusión inevitable es que, lejos de haberse acercado a ser un paradigma posible, la historia, particularmente de los últimos treinta años, lo que ha hecho es hacer retroceder hacia lo imaginario y lo utópico la posibilidad de la anexión. Porque en Puerto Rico se ha dado la enorme paradoja de que, aunque la expresión política de las mayorías en Puerto Rico es una expresión política pro americana -¿y cómo no iba a serlo, siendo la dependencia de los puertorriqueños tan aguda- que según se ha ido creando la situación donde las mayorías puertorriqueñas políticamente utilizan una retórica pro americana, en la realidad de la vivencia social, cultural, personal e íntima, la fuerza de la nacionalidad y la cultura puertorriqueña se ha ido fortaleciendo como es natural, según va madurando la nación, según los sedimentos se van echando unos encima de otros y según somos en Puerto Rico lo que somos, porque no somos otra cosa, pues somos, como es natural, cada vez más puertorriqueños, cada día con una personalidad nacional más definida, aunque se de la paradoja de que la expresión política no parecería coincidir con eso.

Vayamos al que nos queda, que es el "patito feo". ¿Y qué pasa con la independencia? Afirmé anteriormente que el elemento fundamental que obstaculizó durante todo el siglo 20 la posibilidad de que el paradigma de la independencia pudiera hacerse realidad concreta, era el poder hegemónico de los Estados Unidos y su deseo de mantener a Puerto Rico como una colonia. Con respecto a ese factor histórico, ¿dónde se encuentra Puerto Rico hoy, a principios del siglo 21? Ahí ha habido cambios importantísimos.

La voluntad de los Estados Unidos de ejercer su dominio sobre Puerto Rico manteniendo a Puerto Rico como colonia indefinidamente –lo cual era su proyecto histórico en el siglo pasado-; ese proyecto, aun para los norteamericanos, ha fracasado. Es evidente que mientras más se persista en mantener a Puerto Rico en una condición colonial, eso solamente va a tener como consecuencia estimular en Puerto Rico el crecimiento artificial del sector estadista, hacer a los Estados Unidos quedar ante el mundo como el último gran violador del derecho de los pueblos a su autodeterminación e independencia y tener que persistir en una relación económica como la existente que está en quiebra como modelo económico gastado; que solamente puede suponer para los Estados Unidos, si continúa, el tener que pagar anualmente una factura cada vez más alta para pagar el lujo de ser la última potencia colonial en el mundo.

Fernando Martín
Guánica, 25 de julio de 2002
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Además, lea El Informe al Pueblo: El caso de Puerto Rico en la ONU.
Gilberto Concepción de Gracia relata lo que él mismo presenció en la
ONU cuando Estados Unidos con la colaboración de los oficiales del
gobierno de Muñoz Marín, fueron a la ONU a alegar que Puerto Rico
había adquirido autonomía y ya no era una colonia.

http://www.independencia.net/pdf/ONU/Informe_al_Pueblo_%20CasoPR_ONUp295.pdf