Hoy venimos aquí a recordar y a honrar a un apóstol de la lucha por la independencia y la justicia social de nuestra patria.
Decía Martí que no se puede hablar en calma de quien nunca vivió en ella. Pero hay que hacer un esfuerzo. Juan jamás vivió en calma.
Los oradores que me han precedido han hecho copiosa y abundante recolección de esa constante lucha de Juan. Pero voy a tratar de hacer un esfuerzo para enmarcar lo que en mi opinión son las grandes contribuciones de Juan a la lucha por nuestra libertad y por nuestra plena justicia social.
Para comprender a Juan en toda su dimensión hay -primero que nada- que darse cuenta de la naturaleza del enemigo al cual se enfrentó. El adversario político de Juan Mari Bras fue, hasta el día de su despedida, la nación más poderosa del siglo 20. Una nación de más de 300 millones de seres humanos, con toda la tecnología de todo tipo (incluyendo, por supuesto, la militar) que hasta hoy, y por muchos años, se comporta como el policía del mundo para servir sus propios intereses.
Para enfrentar a ese adversario, y no cejar, hay que ser un gigante. Y a Juan no le tocó enfrentar ese adversario en su momento de debilidad, le tocó enfrentarlo en su plenitud, luego de la segunda Guerra Mundial, luego de las bombas de Nagasaki e Hiroshima, en el mismo comienzo de la Guerra Fría. A ese adversario fue que se enfrentó Juan.
No tengo que narrarles a ustedes lo que significó ese adversario aquí en Puerto Rico. Algunos de los compañeros y compatriotas que me han precedido han hablado sobre eso. La guerra fría en Puerto Rico fue la persecución, el asesinato, el desprestigio, el discrimen, la negación de todas las oportunidades al que se atreviera levantar la bandera de la independencia.
En esa Guerra Fría Juan pagó el más grande de los precios. No el precio personal, ni aún el precio de la explotación económica y social de su pueblo, sino el precio de la vida de su hijo. Yo nunca hablé esto con Juan; no me atreví a hablarlo. Pero estoy seguro que si le hubieran dado a escoger entre su propia vida y la vida de su hijo, hubiera dicho ¡mil veces mi vida antes que la de mi hijo! Juan sufrió en carne propia la guerra fría.
Pero la estrategia de dominio sobre nuestra patria de ese adversario al cual Juan tuvo que enfrentarse, no paró ahí. Juan también tuvo que enfrentar la estrategia de la dependencia que se multiplica en Puerto Rico desde la década de 1970 y todavía prevalece para garantizar el control imperial sobre Puerto Rico.
Cuando se juzgue la vida de Juan Mari Bras y cuando en los siglos venideros la analicen, la estudien y la emulen, los puertorriqueños deberán saber que fue contra ese adversario, en plena Guerra Fría; contra ese adversario en plena y creciente dependencia de los puertorriqueños (sumado al exilio de más de la mitad de nuestros compatriotas) que le tocó lidiar a Juan Mari Bras.
Obviamente hombres y mujeres patriotas e íntegros pueden discrepar en cuanto a cómo enfrentar a un adversario tan poderoso. Y en eso Juan tuvo una gran virtud: tan pronto le cerraban una puerta él abría inmediatamente otra puerta. Fue un inventor, un experimentador, un ideador de nuevas formas y nuevas ideas. Voy a mencionar solo algunas.
Juan fue o fundador o precursor (pero siempre líder activo) de todas las grandes luchas por la independencia y la justicia social que se han dado en Puerto Rico desde finales de la Segunda Guerra hasta este momento.
La compañera que me presentó decía que yo conocía a Juan desde la infancia. Desafortunadamente no fue así. Juan empezó esta lucha desde la primera adolescencia, antes de terminar la Segunda Guerra. Juan Mari Bras llevaba más de 20 años de sacrificio y lucha antes de que este servidor, por ejemplo (para no hablar de Florencio y los otros compañeros) empuñara la primera bandera independentista.
Y en esa larga trayectoria que va desde poco antes de la fundación del Partido Independentista Puertorriqueño (incluyendo la fundación del PIP) hasta el día en que nos dijo adiós, él fue pieza esencial, fundacional en la internacionalización del apoyo a la lucha por la independencia de Puerto Rico. En esa tarea lo precedieron De Diego, don Pedro y don Gilberto, pero es Juan el que la inserta en el mundo moderno de la Guerra Fría.
Les recuerdo a todos ustedes, no solamente el rol fundamental, fundacional, de Juan en las Naciones Unidas, sino en el trabajo que precedió a ese momento. Juan logró insertarse en ese mundo, con la ayuda (conscientemente buscada y promovida por él) de los compañeros y compañeras de la Revolución Cubana, y particularmente con la de su Comandante en Jefe y Presidente Fidel Castro, con quien Juan mantenía una muy estrecha relación. Y a través del apoyo de Cuba logró penetrar todos los rincones del mundo a través de lo que se llegó a conocer como los No Alineados. Al insertarse en el proceso de los No Alineados, Juan logró llevar el mensaje de la independencia de Puerto Rico a Asia, a Africa, a Europa, a la América Latina, al propio Estados Unidos.
Y esa contribución de Juan a la internalización de la lucha es fundamental, porque nosotros tenemos que enfrentar al adversario con nuestros aliados. El expandió el abanico de esos aliados.
Una vez me preguntó un Senador americano que por qué nosotros recabábamos el apoyo de Cuba en la ONU. Y yo le dije: "Bueno, además de que ese apoyo mutuo viene desde tiempos de Martí y de Betances, le quiero decir que ustedes en la lucha por la independencia de los Estados Unidos recabaron no el apoyo de aquellos que compartían con ustedes aspiraciones, sino que gestionaron el apoyo del rey absolutista de Francia". Y el rey absolutista de Francia, enemigo de la democracia que enarbolaban los norteamericanos, les dio armas. Y no solamente les dio armas, les dio ejércitos, y en la batalla decisiva de la guerra de independencia –la Batalla de Yorktown- buena parte de las tropas independentistas eran extranjeras. Y cerrando el puerto para impedirle la salida a los ingleses y obligar a la rendición estaba el Almirante de Grass con la flota francesa, porque los americanos no tenían flota. Y yo le dije: "Ustedes pedían el apoyo de sus enemigos ideológicos cuando los principios de la democracia eran los que estaban en juego, ¿y pretenden que los puertorriqueños no pidamos el apoyo de los cubanos y de todos los que en el mundo entero luchan en contra del colonialismo?". Tengo que confesarlo (y no es frecuente que yo haga un reconocimiento a un Senador americano); me dijo: "En eso tiene toda la razón".
Juan es responsable de la expansión de ese apoyo internacional. Por ese camino que abrió él transitamos muchos de nosotros después. (Recuerdo luego de la toma de posesión de Allende, nos tocó volver en avión juntos. Hoy, 11 de septiembre, se cumple aniversario del asesinato de Salvador Allende.) Lo mismo en Cuba y América Latina, que en Africa, que en Asia, Juan abrió esas puertas que ahora son fáciles de transitar. Esa es una extraordinaria contribución a la lucha por la independencia de Puerto Rico.
Hay otra contribución (hay muchas) pero otra tan fundamental como esa. Entre el mil novecientos cincuenta y pico, la década del sesenta y principio de los setenta, cuando los independentistas puertorriqueños hacíamos los esfuerzos (ante aquella persecución atroz de finales de los años cuarenta y los años cincuenta) por reavivar nuestra lucha, Juan Mari Bras puso en boga el socialismo en Puerto Rico como concreción de la justicia social. Otros siguieron y seguimos por el camino del socialismo en sus distintas vertientes. Pero nuevamente fue función de Juan Mari Bras ser precursor, fundador, de esa tendencia. Demás está decirles que sin una ideología firme en cuanto a la naturaleza democrática, social, política y económica de la independencia (que es lo que el socialismo en sus diversas vertientes significa), y sin el apoyo internacional, ni de lejos podríamos pensar en la posibilidad de la independencia.
Pero su gestión no se limitó a la internacionalización de la lucha y al avance del socialismo. Yo diría, sin temor a equivocarme, que Juan Mari Bras le enseñó a este pueblo a piquetear.
A finales de la década del cincuenta, y durante la década del sesenta, en Puerto Rico se desarrolló una lucha militante en distintas vertientes. En aquel momento el que señaló el camino fue Juan Mari Bras.
Ustedes recuerdan la lucha contra el super puerto, y la campaña de minas puertorriqueñas o cero minas. ¿Recuerdan la lucha política y jurídica contra el servicio militar obligatorio? Más tarde, los experimentos y lucha jurídica de Juan, como fue el asunto de la ciudadanía para demostrarle a los puertorriqueños que no hay nada que temer a la ciudadanía puertorriqueña. El escogió ese mecanismo, ese experimento.
Se le cerraba una puerta y abría otra puerta. Empezó a abrirlas en el '48, con la huelga universitaria. Aquí habló Florencio (a lo mejor yo desconozco un dato histórico que tú conoces Florencio) pero esa fue la primera huelga universitaria en la historia de Puerto Rico. Y fue una huelga universitaria no por cuestiones inmediatas o pasajeras, sino por izar la bandera de Puerto Rico y darle la bienvenida a don Pedro Albizu Campos a la Universidad de Puerto Rico.
Juan Mari Bras, por lo tanto, es precursor de las luchas estudiantiles de hoy en día, pasando por las que describía Florencio en su tiempo y muchas otras. Ese fue Juan Mari Bras.
Ya otros lo han mencionado, pero es necesario recalcarlo: abrió el frente de Estados Unidos. Recuerdo yo cómo se reunió una masa de puertorriqueños en el Madison Square Garden en Estados Unidos (y americanos prominentes también) levantando la bandera de la independencia de Puerto Rico. Y esa fue la semilla de mucho de lo que ha pasado en Estados Unidos desde entonces hasta el día de hoy.
Hizo otra gran contribución, además de las que he mencionado y de las que se me pueden olvidar. Cuando en este país se pretendía, luego de la persecución atroz de los años cincuenta y sesenta, acabar con cualquier vestigio de albizuísmo, don Juan Mari Bras levantó la bandera del albizuísmo y educó a este pueblo con respecto a la naturaleza trascendental del mensaje albizuísta. También, fue factor fundamental en la lucha por la excarcelación de los presos políticos. Todas esas son contribuciones trascendentales a la lucha por la independencia de Puerto Rico.
Y voy a mencionar otra contribución que no será tan específica como algunas de las que he mencionado, pero de la que puedo atestiguar como partícipe en este proceso de liberación desde finales de la década del sesenta hasta el presente.
Algunas veces algunos se quejan de que en Puerto Rico hay diversas formas de enfrentar el proceso de lucha por la independencia. Pero nada más natural. Los hombres y mujeres racionales, los hombres y mujeres patrióticos y patrióticas pueden diferir ¡lo que tienen que hacer es respetarse! En otros lugares del mundo (y aquí nos olvidamos de esto pero tenemos que recordarlo), sea en El Salvador, Argelia, Irlanda o Palestina, los que luchan por la liberación nacional muchas veces se entran a tiros unos a otros. Así ha sido la historia. Y esa tragedia no pasó aquí nunca porque tuvimos dos dirigentes durante la década del cincuenta y sesenta que diferían, pero se respetaban. Fue la ecuanimidad, la limpieza, la honradez y la honestidad de don Juan Mari Bras y don Gilberto Concepción de Gracia lo que nos evitó tener que pasar por ese calvario.
¡Nunca se subestime lo que acabo de decir! Lo que hay es que leer la prensa y repasar la historia para ver las vicisitudes, las tragedias, que han traído en otros países las diferencias en cuanto a cómo enfocar la lucha por la liberación nacional. Aquí, en gran medida, por el temple espiritual y humano de Juan Mari Bras y Gilberto Concepción de Gracia eso no se sembró y ¡el que lo siembre es un enemigo de la patria!
Es una pena, una pena más que dolorosa, que Juan no vaya a estar físicamente con nosotros en los próximos años; porque ya se están cumpliendo muchas de las advertencias y profecías que Juan había previsto, y antes de él don Gilberto y don Pedro.
¡La colonia en Puerto Rico, está en quiebra! No hay ni que probarlo. Todo el mundo lo sabe. No solo está en quiebra la colonia, sino que no hay otra alternativa a la colonia que la independencia. Porque lo que Puerto Rico necesita son los poderes de la república para echar adelante nuestra patria y para que no se siga degradando nuestro pueblo con más y mayor dependencia.
La colonia no va a tener su culminación en la estadidad porque esa es otra forma de colonialismo y esa es una forma de colonialismo repudiada por el propio imperio. La colonia, a pesar de ella, va a desembocar en la independencia de Puerto Rico. Y ese es el inevitable proceso histórico.
Hago un llamado a todos los aquí presentes para honrar la memoria del compañero y amigo Juan Mari Bras, para que den el máximo para adelantar la lucha por la independencia. Escojan su camino y síganlo, pero no cejen un momento. Eso fue lo que Juan nos enseñó. Constancia perenne. No desviarse del camino jamás. ¡Un paso atrás, jamás! Siempre adelante hacia la independencia. Con mayor efectividad un día, con menor efectividad otro día, pero siempre adelante.
Esta lucha es como la del pueblo de Israel, vagando por años en el desierto para poder llegar a la tierra prometida. Desgraciadamente, Juan, como Moisés, no pudo llegar a la tierra prometida, pero la vio; está cerca y la estamos vislumbrando cada uno de nosotros. Y en este momento el ejemplo de su vida, de su trayectoria, tiene que servir de estímulo a cada uno de nosotros.