Lic. Juan Mercado
Estamos llegando a mediados de mayo y comienzan las graduaciones en las universidades del país. Pronto escucharemos la recomendación a los graduandos de que "alcancen sus sueños" y "no se rindan."
Las portadas de la prensa internacional demuestran que la juventud no se rinde. Un año después de las protestas de los indignados en España y el comienzo de Occupy Wall Street, millones de jóvenes franceses desbancaron el conservadurismo y votaron por el socialista Francois Hollande.
Los jóvenes, especialmente los universitarios, han sido agentes cruciales en los cambios políticos. El desempleo de doble dígito en España y Francia explica los movimientos callejeros y la elección de Hollande. Son jóvenes que se gradúan, quieren alcanzar sus sueños y no se rinden. Pero también son individuos que saben que las circunstancias políticas y económicas en sus países les impiden conseguir su primer trabajo.
Nuestros lares no son diferentes. Las razones para el desasosiego y la desesperanza cada día son más. Todos sabemos las pocas oportunidades de empleo que tienen nuestros jóvenes. Ante las limitaciones coyunturales imperantes, que llevan décadas, nadie se puede explicar el ataque frontal que ha recibido la Universidad de Puerto Rico de los políticos del PNP y el Partido Popular.
Es harto conocido que hay unos elementos de la sociedad que simple y sencillamente no quieren que la UPR exista. Son los mismos que expulsaron a un estudiante llamado Juan Mari Bras por ser líder estudiantil e intentar traer a Don Pedro Albizu Campos a hablar a dicho centro docente. Décadas después le quitaron la cátedra a Rubén Berríos Martínez por ser independentista.
Ahora hablan de los "pelús" y "barbús" para tratar de desacreditar los líderes estudiantiles. Mientras dicen que hay que "sacarlos a patadas", se quedan callados cuando aparecen muertos votando en sus primarias y no permiten manifestaciones frente al Capitolio.
Estos enemigos de la enseñanza siempre dicen que la economía está "mejorando" - lleva décadas alegadamente recuperándose - pero no aceptan que la educación universitaria es uno de los factores principales en el desarrollo económico de cualquier país. Aún con mentalidades tecnócratas decimonónicas no pueden aceptar que un sistema universitario de excelencia es una de las mejores inversiones que puede hacer el estado. Si queremos que la economía puertorriqueña sea competitiva no podemos escatimar en los recursos que le damos a la universidad.
Sin embargo, los problemas de la universidad no se limitan a los descuadres fiscales de las pasadas y presentes administraciones. Hay varios pasos que debe tomar la universidad:
1. La universidad se debe abrir a la democracia participativa, tal como se hace en docenas de universidades europeas y latinoamericanas, para que la comunidad universitaria tenga un rol activo en el manejo y administración de la misma.
2. Crear centros de ayuda al estudiante que busquen soluciones concretas a los problemas económicos de los estudiantes que actualmente se están agravando con los cambios a las becas Pell.
3. Toda reforma universitaria debe nacer y ser elaborada por la comunidad universitaria.
4. Fortalecer los programas de intercambio con centros docentes de otros países para abrir las oportunidades de los estudiantes y limitar el insularismo.
5. Establecer acuerdos multisectoriales con corporaciones, cooperativas, agricultores, empresarios, hospitales y centros de investigación científica para brindarle pasantías y experiencias de trabajo a los universitarios.
El gobierno actual anunció con bombos y platillos que iba a hacer una reforma universitaria. Meses después de reuniones secretas, el informe del grupo exclusivo del gobierno está durmiendo el sueño de los justos.
Es hora de actuar y todos los grupos universitarios deben estar en la mesa de diálogo. El pasado domingo Hollande le dio las gracias a los franceses por su triunfo e indicó que: "La austeridad no puede ser una condena."
No dejemos que la estrechez económica e intelectual de los gobiernos de turno nos lleve a la miseria. Es hora que los universitarios alcancen sus sueños, pero tenemos que construir una sociedad en la que puedan comenzar a soñar.