martes, 3 de agosto de 2010

Emotiva despedida a Lolita Lebrón


José R. Bas García - independencia.net
San Juan, Puerto Rico - 2 de agosto de 2010

Solamente un independentista puertorriqueño puede referirse a la vida de otro independentista puertorriqueño con la carga emocional y el sentido de responsabilidad con que Rubén Berríos Martínez, Presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), describió a quien en vida fue Lolita Lebrón. Fue a Rubén Berríos a quien le correspondió, por voluntad de la propia fenecida, la responsabilidad de ofrecer un mensaje poco antes del sepelio de la extraordinaria mujer que lo sacrificó todo por la independencia de Puerto Rico denunciando la patraña colonial que se perpetraba contra nuestra patria a manos del gobierno de Estados Unidos con la ayuda del liderato del partido pro colonia que colaboró para completar la agenda de la potencia administradora que pretendía mantenernos sujetos y subordinados a su poder político e intereses económicos y militares.

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Vistas de distintas etapas de las exequias fúnebres
de Lolita Lebrón, el 1 y 2 de agosto de 2010 (Fotos - Bas)

"Nosotros somos hijos agradecidos de doña Lolita por haber sido el ejemplo mayor en la defensa de la independencia de Puerto Rico", declaró el orador al iniciar su discurso en que exaltó la grandeza de la independentista que irónicamente hoy reclaman como también suya algunos herederos del liderato de aquel partido que en 1952 se robó la bandera puertorriqueña y la humillaron izándola al lado de la de Estados Unidos. Es el mismo liderato del partido que aún sostiene y defiende la permanencia de la condición colonial de Puerto Rico.

"A cada uno de nosotros", aseguró Berríos dirigiéndose a los presentes, "nos une el mismo ideal por el que Lolita vivió y entregó su vida entera". Por supuesto, ese ideal no podía ser otro que el de la libertad y la independencia de Puerto Rico.

El presidente del PIP narró una historia muy impresionante sobre la manera en que la figura de Lolita Lebrón contribuyó, sin ella habérselo propuesto, a facilitar los trámites con el liderato político de Brasil para conseguir el apoyo de ese país para la independencia de Puerto Rico. Ya esa generación de líderes brasileños conocía las ejecutorias de Lolita Lebrón en el Congreso de Estados Unidos en 1953 y la admiraban profundamente por su integridad y valentía.

El sacrificio de Lolita Lebrón no fue sencillo. El imperio la condenó a muchos años de cárcel, de los cuales cumplió 25. Durante los mismos, estuvo sujeta a constantes intentos de hacerla claudicar a cambio de excarcelarla en un tiempo mucho más breve. Según ella misma le narró a Berríos durante conversaciones sostenidas luego de su regreso a la Isla, los carceleros solo le pedían que declarar que se había equivocado, que lo sentía mucho y se arrepentía.

"Tenía las llaves de su cárcel, pero Lolita Lebrón no aceptó. Lolita Lebrón no dio ni un paso atrás", exclamó Rubén Berríos. "El mejor homenaje que podemos ofrecerle es no dar ni un paso atrás en la búsqueda de la independencia".

"Hoy venimos a enterrar a una independentista puertorriqueña, a una nacionalista puertorriqueña que sabía que sin libertad, sin independencia no hay una patria digna. Hoy venimos a renovar votos", sostuvo Berríos con la pasión que lo caracteriza y que surge de su corazón al referirse a una verdadera líder de la independencia, como Lolita Lebrón, que supo poner la lucha por la libertad por encima de todas las cosas.

Las exequias fúnebres en honor a Lolita Lebrón comenzaron el domingo con una misa que se celebró en la Parroquia San Lucas de la Urbanización El Señorial, donde residía. Cerca de las 9:00 de la noche su cuerpo fue trasladado al Ateneo Puertorriqueño en San Juan en donde hubo actos artísticos y otras expresiones por parte del público que asistió y de los miembros del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Hoy, lunes, cerca del mediodía hubo una misa en su honor en la Catedral del Viejo San Juan, luego de la cual se trasladó el féretro al Cementerio Nacional del Viejo San Juan. Sus restos permanecerán en un panteón cercano al de Gilberto Concepción de Gracia y Pedro Albizu Campos, entre otros que, en vida, también dieron la cara por la independencia de Puerto Rico.