Soberanía y prosperidad
JULIO O RT I Z LUQU I S FUNCIONARIO I N T E R N AC I O N A L Y DOCENTE
| | Al hablar en varios países y en Puerto Rico sobre nuestro derecho irrevocable, urgente e imprescriptible a la soberanía nacional, automáticamente dicen, a manera de reflejo o espasmo, que no tenemos recursos naturales para vender y que moriríamos de hambre irremediablemente.
La solución que ofrecen algunos es la anexión, ignorando que en países con vastos recursos naturales y energéticos estos minerales propician la corrupción descontrolada, la falta de transparencia administrativa, la dependencia de la renta petrolera y de sistemas de mantengo que fomentan la pobreza extrema e impiden un modelo de desarrollo sustentable.
Todo proyecto económico y político que busque la prosperidad y el desarrollo humano debe tener como camino, aunque no como fin en sí mismo, el crecimiento económico y su sustentabilidad. La estadidad y la `unión permanente' no son proyectos sustentables porque apuestan a un modelo económico desarrollista asistencialista de subsistencia ya caduco, esclavizándonos más a las transferencias federales.
A más mantengo, menos apoderamiento y autogestión. Los teóricos del concepto de desarrollo humano sostenible local como Mahbub Ul-Haq o Amartya Sen descalifican por completo la satisfacción utilitarista de bienes materiales, o mantengo, porque no fortalece capacidades humanas ni apodera a través del tiempo: sólo genera crimen, exclusión social y falta de valor en sí mismo.
A su vez, el desarrollo sustentable tiene una sola receta: empleo y autogestión, innovación tecnológica e inversión constante en las capacidades locales a largo plazo. Es urgente revitalizar el sector industrial por medio de la inversión nativa y externa directa y la expansión de la producción agrícola para la creación de nuevos círculos virtuosos a nivel local, según observó certeramente el Premio Nobel de Economía, el caribeño Arthur Lewis.
La soberanía no es un salto al vacío. La soberanía es un paso firme hacia el dominio total sobre los poderes colectivos para impulsar el desarrollo humano y proteger el apoderamiento nacional independiente, utilizando la arquitectura de las instituciones internacionales y la integración regional como acicate, de forma permanente y sustentable.
Junto a la ampliación de los poderes jurídicos, humano y productivo tendremos poder para subir o bajar tasas de interés y los precios de rubros alimentarios, entrar en acuerdos de integración con Estados Unidos y la región caribeña, latinoamericana o asiática. Ampliar hacia el exterior la inversión y mercados locales con diplomacia activa, boricua y solidaria, promoviendo el desarrollo industrial y comercial libre de barreras jurídicas para facilitar la promoción del empresariado y la iniciativa criolla, y el intercambio de tecnologías, bienes y servicios por medio de la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur.
No hay unión permanente cuando te atropellan amenazando con cederte a Pakistán o a China, obviando que compartimos una ciudadanía. La única unión permanente se da con trabajo, eficiencia, poder, confianza y orgullo patrio.
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