22 de enero de 2009
Jesús Dávila - NCM
SAN JUAN, Puerto Rico - El informe final del Gobierno de Puerto Rico que exoneró a los agentes de Estados Unidos que mataron en 2005 al Comandante del Ejército Popular Boricua-Macheteros, Filiberto Ojeda, fue alterado y se eliminó del mismo la conclusión del fiscal del caso, que encontró prueba de "asesinato".
De la revisión de los dos informes, pruebas forenses y testigos se desprende además que el Departamento de Justicia de Puerto Rico tiene una descripción física específica del francotirador que mató a Ojeda, que el referido agente estuvo intentando el tiro fatal desde el principio del operativo y que desde la misma noche de los hechos pudo haberse iniciado un encubrimiento.
De esta forma y a pesar de dos investigaciones oficiales –una de EEUU y otra de Puerto Rico- que no encontraron responsabilidad criminal, sigue vigente y sin resolverse el caso del asalto de un grupo comando a la casa de Ojeda, quien fue herido por un francotirador y murió desangrado sin que el FBI permitiera que recibiese auxilio.
En el nuevo desarrollo las figuras claves resultan ser el entonces Secretario de Justicia Roberto José Sánchez Ramos y el designado jefe de la Policía nacional, José Figueroa Sancha, quien para la época del sangriento suceso era segundo al mando en la oficina del Buró Federal de Investigaciones en San Juan.
El primero fue el funcionario de mayor jerarquía encargado del informe de exoneración y el segundo coordinó la logística del operativo. Este último inició una confusa cadena de sucesos relacionada a un robot que nunca se usó y en la que estuvo involucrado un oficial de inteligencia de la Policía nacional que siete meses antes de los hechos había estado a cargo de entregar al FBI la localización de comandante de los Macheteros en el poblado occidental de Hormigueros..
Copias del borrador del informe "CONFIDENCIAL" del fiscal José Frank Nazario llegaron a varias entidades gubernamentales y privadas y el abogado de Ojeda, Luis F. Abreu Elías, entregó una a NCM Noticias, que lo comparó con el informe final.
Al comparar ambos documentos, se encontró que mientras lo que había planteado el fiscal Nazario era que todavía no había pruebas suficientes para sostener las acusaciones porque faltaba evidencia en poder del FBI, el informe final decretó su "cierre y archivo". Pero las diferencias entre los dos textos resultaron todavía mucho más graves.
Mientras el borrador concluyó que "la prueba tiende a demostrar que, las circunstancias que mediaron al causar la muerte de Filiberto Ojeda Ríos, puede configurar el delito de asesinato", en el texto final eso fue sustituido por "a pesar de todas las irregularidades, la prueba recopilada por este Departamento (de Justicia) es insuficiente para establecer… que uno o más de los oficiales federales concernidos incurrieron en conducta criminal al efectuar el operativo".
Otra diferencia significativa entre ambos documentos es que el borrador discute de forma extensa por qué no conviene acusarse de "homicidio negligente" a los agentes y demás involucrados en los hechos sino que la pesquisa se dirige hacia "asesinato", el informe resalta lo primero y obvia lo segundo. De hecho, el fiscal Nazario enfatiza en su borrador la importancia de conseguir "los registros de comunicaciones y los planes de la operación", en tanto que el documento final decreta el archivo del asunto.
Por otro lado, los peritos forenses reconstruyeron los movimientos del francotirador identificado con el seudónimo de "Bryan", a quien al menos un testigo describió como un hombre de 5'10", delgado aunque musculoso, bigote y pelo rubio rapado. Se encontró que durante el asalto inicial "Bryan" disparó tres tiros hacia la puerta cerrada de la casa que la atravesaron en dirección a donde se encontraba Ojeda –guiados auditivamente- pero que no lograron su objetivo por el ángulo muy bajo en que se encontraban los agentes.
Después de esa primera ronda, "Bryan" se separó del grupo principal y buscó un lugar alto por uno de los flancos para hacer de nuevo tres disparos más hacia el mismo punto, guiado siempre por el sonido de las palabras de Ojeda, quien exigía la presencia de un periodista antes de discutir su entrega a los agentes.
Luego de que logró el tiro que resultó ser fatal y recibió muestras de solidaridad de otros agentes y supervisores, "Bryan" fue sacado de la escena junto a los demás tiradores vestidos de civil y en un vehículo descrito por el testigo como una "mini van" color marrón. El resto esa noche fue mantener rodeada la casa mientras Ojeda agonizaba.
Comenzó entonces una serie de acciones que permitieron dar la apariencia de que el operativo continuaba. Según varios testigos, el agente Figueroa Sancha llamó al coronel José Caldero para solicitarle el robot que detecta explosivos pero que no tenía utilidad en este caso por lo irregular del terreno y el entonces jefe de la Policía nacional, Pedro Toledo, autorizó su envío en helicóptero desde el Cuartel General en San Juan.
Con el robot viajaba su manejador, el veterano capitán de inteligencia José A. Ruiz Vargas, quien había sido el encargado de entregarle al FBI el expediente donde estaba la localización de Ojeda. Después que la aeronave estaba en vuelo, el jefe Toledo dio la contraorden y dispuso que el capitán Ruiz permaneciera con el robot en la comandancia de Mayagüez y no llegara a Hormigueros.
Los enredos con el robot continuaron y el informe del propio FBI consigna que se aguardó hasta el día siguiente por un robot que llegaría desde Quántico, Virginia, que tampoco se utilizó, mientras en su lugar se llevó un perro entrenado cuyo uso también fue vedado por el jefe Toledo. Los agentes finalmente movieron el cadáver con una soga, pero antes de eso los fiscales entraron a la casa y tomaron fotos de la escena sin mayor inconveniente.