Claridad en la Nación
Por: Eduardo Villanueva Muñoz
Hoy 20 de abril del 2009
En una de esas conversaciones que el hades pone en nuestro camino, hice la expresión a un amigo de que el mayor activo que tiene un líder independentista es la credibilidad. Líder es aquel que forma opinión pública, que el pueblo escucha y que tiene autoridad moral. Hay quien tiene poder porque tiene un puesto formal que le da dicha autoridad, la gente le obedece porque les conviene, porque no hacerlo les puede provocar daños económicos o materiales. Ese poder formal es pasajero, puede o no durar, pero raras veces conlleva el respeto que da la autoridad moral.
El jíbaro nuestro en su gran sabiduría, desde tiempos ancestrales pensaba que si un líder independentista decía algo en tribuna o en un medio de comunicación, era porque la verdad lo apoyaba. ¿Por qué esa confianza en la palabra independentista? ¿Por qué si hay esa confianza, la misma no se traduce en votos? La explicación es dual, por un lado el coloniaje condiciona a la gente para ser pragmáticos y les enseña a votar con el interés material en mente, con la idea de que quien te da más o te ofrece más, es quien puede contribuir a tu futuro desarrollo. Los medios de producción en la colonia están controlados por el gran capital que responde a los intereses del "americano", o a los intereses del intermediario del gran capital, sus aliados del patio, que han demostrado lealtad a los mandatos y necesidades de dicho aparato industrial militar, que sustenta la colonia. El independentismo de verdad, no puede ofrecer empleos, ni vivienda, ni contratos de servicios o prebendas. Esa es la realidad material de la colonia y lo que contribuye a su perpetuación.
Esta variable material establece lo segundo, que explica la confianza en la palabra del independentista. Por contradictorio que parezca, el pueblo cree en el líder independentista porque sabe, inconscientemente a veces y articuladamente en otras instancias, qué tan difícil es ser independentista, cuando eso implica persecución, cárcel, amenaza a la vida de la familia; además, puede significar negación de empleo, discrimen cuando el mérito justifica un ascenso y tantas otras injusticias por razones ideológicas. Pero aun así, el independentista persiste en su ideal y en la defensa de los intereses de su pueblo. Cómo no creer en alguien capaz de esa entrega, en alguien que da la vida y la libertad por su patria, en alguien que no cambia la felicidad de los felices por el dolor que se suaviza solamente con la conciencia del deber cumplido. El jíbaro de antes sabía que en alguien así se podía creer y se lo enseñó a sus descendientes que son las generaciones actuales.
Luego de tantos años de lucha, de incomprensión y de sufrimiento, es de humanos flaquear. Viene la tentación disfrazada de lisonja, de adulación, de planteamientos pragmáticos. La táctica es vieja. Corretjer narra que a Albizu lo visitaron en Atlanta, en el dolor del encierro, de la ausencia de la familia y de la patria. Le dijeron que si suavizaba su prédica en pro de la independencia y si accedía a decir que el estatus no estaba en issue, Estados Unidos le ayudaría a ganar las elecciones. Pedro Rodríguez Capó, dicen que se llamaba el de la oferta y su espíritu de tentar en el desierto pulula por estos lares modernos. Ahora se nos presenta con el ropaje de la nueva alianza, de la asamblea constitucional que no parte del reconocimiento de que el ELA como está es un régimen colonial, sujeto a los poderes plenarios del Congreso de Estados Unidos y a la cláusula territorial de la constitución de dicho país. Se nos presenta con el ropaje de la Libre Asociación, que cuando no es la del derecho internacional, (R 1541 XV), sigue siendo la autonomía que Muñoz, en sus años de lucidez, definía como la libertad con la cadena larga. Conozco a la mayoría de los líderes independentistas y sé que son patriotas, comprometidos con la libertad, que no cambiarían su compromiso con el ideal por ningún beneficio material. Pero el pueblo, a veces mal informado, observa, escucha y duda, sobre el curso de acción política o ideológica hacia donde se les dirige.
En momentos en que el amo colonial tal vez quisiera ver un pueblo y un liderato maduro, que le reclame la independencia plena, algunos líderes impacientes por la espera y por el rechazo transitorio del pueblo atemorizado, cambian su discurso independentista, para decir que estarían dispuestos a ser socios en lugar de abogar por ser plenos dueños de nuestra casa. Supongo que los líderes de la metrópoli se asombrarán de esa inconsistencia, que después de todo, demuestra que aún los independentistas estamos sujetos a los estragos psicológicos que causa el coloniaje, con su dosis profunda de inseguridad aprendida. Con Estadistas, con Autonomistas, con los que aún no definen su preferencia de estatus, hay que hacer acomodos y establecer bases de cooperación, en defensa de derechos civiles y humanos. Luchar juntos contra la pena de muerte, por la excarcelación de nuestros presos políticos, en defensa del ambiente, por el rescate de nuestras playas, por la defensa de nuestros recursos acuíferos, protegiendo la integridad física y mental de nuestros niños. Hay que actuar en protección de los trabajadores, contra el maltrato a la mujer, contra todo tipo de discrimen, porque son males sociales que nos afectan a todos y la patria es de todos, la queremos sana, física y espiritualmente, para cuando llegue la hora de la libertad. Sin embargo, me temo que el pueblo que ve a algunos de nosotros hablando de alianzas político partidistas con los que todavía defienden la colonia, aun con argumentos que suenan a lenguaje independentista, como la lucha contra la asimilación, en defensa del idioma, de la nación puertorriqueña, de la desmilitarización y de tantas causas justas que nuestro pueblo consciente o intuitivamente, comprende o conoce en su espíritu y saben que son temas que nos definen como yanquis o puertorriqueños, ese pueblo sentirá temor y pensará: ¿éste no vendrá disfrazado de independentista? ¿No será que son de los que dicen que la independencia está a la vuelta de la esquina, para luego decir que mejor nos movamos por nuevos rumbos hacia viejos objetivos, y los viejos objetivos se transforman en discursos de justicia social y de cambio social, que se presentan contrapuestos al ideal de la independencia?
Otra vez la supuesta libertad, pero sin cadena larga, con los amarres sempiternos del coloniaje. Nuestro pueblo no ha tenido suficiente educación política para comprender, cómo las estructuras coloniales que dominan los medios de comunicación y los recursos materiales que construyen ideología , que disfrazan el temor, la pusilanimidad, la conformidad, la jaibería, con la democracia, con la obediencia a los dictados del poder colonial, hacen que un colonialista parezca un liberal, o un reformador social. Por eso nuestro pueblo espera la palabra orientadora de un líder independentista para seguir creyendo en él, porque sabe que su palabra es palabra de honor y no puede ser que en la alborada de la libertad, el pueblo conciba a un independentista como alguien más confundido que aquel colonizado, que ha esperado por siglos heredados de generación en generación, que venga alguien y le muestre claro el camino a la libertad, que era antes y es ahora, el camino de la independencia. Soberanía es igual a independencia, no a aislamiento, lo que conduce a la interdependencia de los pueblos, sin coloniaje, es el ejercicio pleno de la independencia para pactar entre iguales. Alianzas para reunir al independentismo de modo que se gane el liderato de su pueblo hacia la descolonización, son necesarias y posibles. Alianzas para reconceptualizar el coloniaje y perpetuarlo, no deben figurar, ni metafóricamente, ni sutilmente, en la boca de ningún independentista, a fuerza de que arriesguemos, o peor aun, perdamos nuestro valor más preciado, nuestra credibilidad, labrada con la libertad y la sangre de nuestros héroes, heroínas y nuestros mártires. Hoy como ayer, la palabra de un independentista debe seguir siendo palabra de honor para que nuestro pueblo nos respete en lo que llega la hora de que nos apoye en la lucha por la libertad.