Enviado por Omar a través de Google Reader:
Históricamente, los imperios han sobrevivido gracias, en gran medida, al grado de servilismo, sumisión y adulación de los colonizados. Donde ha habido imperios ha habido colonizados dispuestos a rendirle culto y pleitesías al conquistador. Con ese servilismo el colonizado persigue congraciarse y ganarse la confianza del colonizador para evitar la soberbia y la ira implacable de la metrópolis. Por lo general, el colonizado posee una baja autoestima y se concibe a sí mismo incapaz de sobrevivir sin las bondades y presencia del colonizador. Su complejo de inferioridad le impide reconocer sus propias virtudes y como tal, acata sin reservas las reglas de juego del colonizador. Éste percibe al colonizador como la figura más importante de su entorno existencial al tiempo que le reconoce la titularidad absoluta de las riquezas de su propio pueblo. El colonizado vive bajo la premisa de que todo lo de allá es superior a lo suyo y su falta de carácter y voluntad patriótica sólo abona a la glorificación del imperialismo. Éste desconoce que los imperios conquistan para beneficio propio usurpando con ello la riqueza y los derechos de los conquistados. Por eso, las Naciones Unidas ha declarado al colonialismo ilegal, inmoral y crimen internacional. Incluso, expertos de la salud mental lo han clasificado como una enfermedad incurable, perturbable y degenerativa.
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