sábado, 10 de noviembre de 2007

Puerto Rico ante su propia realidad

 
Por José R. Bas García
El Diario La Prensa, Nueva York
10 de noviembre de 2007

Recientemente escuchamos a líderes del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) denunciar una nueva campaña en la que se alega, sin distinción alguna, que "todos los partidos políticos en Puerto Rico son iguales".

Ante la imposibilidad de rescatar a los azules y a los rojos del lodazal de insultos y mentiras, de corrupción y mal gobierno en que están inmersos esos dos partidos, concuerdan en tirarle fango al partido que no ha caído con ellos para evitar que se distinga. Esto es al PIP, que además es un movimiento de liberación nacional.

Les molesta que tanto los estadistas, la rama ejecutiva del gobierno de Estados Unidos y los miembros del Comité de Energía de la Cámara de Representantes coincidan con los independentistas en que Puerto Rico sigue siendo un "territorio no incorporado", o sea, una colonia de Estados Unidos, y que se comiencen a dar pasos para resolver esa situación centenaria.

Les incómoda que ahora sea el Congreso quien proponga el mismo proyecto que el gobernador Acevedo Vilá vetó en el 2005.

Resulta que esta coincidencia de criterios deja solos en la oscuridad del bosque a los estadolibristas que favorecen la colonia actual.

Eso los desespera y anima a decir falsedades contra el Partido Independentista Puertorriqueño, como por ejemplo, que el PIP sea el único partido que recibe dinero del fondo electoral de Puerto Rico (Franck Strongbow, 'Puerto Rico ante el mundo', 4 de noviembre, EDLP).

La ley electoral asigna fondos a todos los partidos principales inscritos oficialmente en Puerto Rico para sufragar sus gastos administrativos. Todos lo utilizan porque aún a los que piensan diferente les asiste el derecho a proponer ideas distintas para el bien del país, como en este caso sería la libertad y la independencia para Puerto Rico que defiende el PIP.

Ante el descubrimiento de la realidad colonial de Puerto Rico, a los que no desean ningún cambio solo se les ocurre inventar teorías de alianzas que nunca han existido y acusaciones fundamentadas en la ignorancia para evitar que Puerto Rico ocupe su lugar en el mundo entre los países libres. Lejos de reconocer lo que al parecer todo el mundo ya sabe sobre la subordinación colonial puertorriqueña, lazan improperios desde el charco en que se encuentran.

Hay realidades muy difíciles de enfrentar, sobre todo aquellas que se han negado por más de 55 años.