Por Nelson del Castillo
10 de noviembre de 2008
Uno de los principales problemas que tiene Puerto Rico es que la gente, patriota en su esencia, ha acumulado por siglos un sentido de insuficiencia que la lleva a necesitar de un soporte externo, España en una época, Estados Unidos en el último siglo, para su supervivencia. A pesar de la capacidad laboral (no me trago el cuento de que somos vagos), la preparación académica y la solvencia moral de la mayoría de la población, la gente se ha acostumbrado que sin el tutelaje extranjero no puede caminar. Es como el hijo que, con buen trabajo, buenos ingresos, se niega a abandonar la casa familiar porque ahí lo tengo todo, y si no lo tiene todo, como es el caso de Puerto Rico con Estados Unidos, al menos cree tenerlo todo. Hablamos mucho de democracia, cuando en la práctica no tenemos democracia, pues mientras las decisiones no residan en el pueblo -sino en una potencia externa- no se puede hablar de tal cosa. Basta con ir a la esencia del origen de la democracia para entender esto.
Pero el asunto principal es que mucha gente quiere presentar al PIP como el problema de que la independencia no avance en las urnas, cuando en la práctica esa situación responde a los que, siendo puertorriqueñitas, votan por la negación de la puertorriqueñidad, bien votando a un partido que perpetúa el colonialismo o haciéndolo por otro que aspira a la anexión total. No entiende mucha gente, y quizás el PIP en alguna medida ha fallado en establecer la diferencia, de que la participación eleccionaria no será la puerta de salida hacia la soberanía, sino un forcejeo permanente cada cuatro años para hacer presente la posibilidad de que algún día la Patria sea libre. De ahí que es legítimo que parte de ese fondo electoral, que es dinero del contribuyente, vaya a manos del PIP para su campaña. ¿Por qué no? Los colonialistas lo utilizan para perpetuar sus aberraciones, como la "libre asociación" o la "soberanía en unión permanente", y los anexionistas para impulsar la "estatidad", un concepto distorsionado incluso gramaticalmente. Nadie cuestiona a esos dos partidos que usen el fondo electoral, pero sí al PIP, ¿por qué? Porque en un mimetismo se repite la propaganda contra la única organización independentista que a través de década ha mantenido permanentemente la palabra "independencia" en la boleta electoral.
Pienso que es tiempo ya de que quienes se consideran puertorriqueñitas hagan un análisis real de la situación de Puerto Rico, la persecución permanente en que vive el independentismo (todavía en nuestros días, en el siglo XXI) por las autoridades coloniales o los administradores anexionistas de la colonia y las autoridades estadounidenses, y a partir de ahí entender que el sólo hecho de identificarse con el PIP o la independencia es un acto de arrojo. ¿Cuántos no han perdido la posibilidad de llevar el pan a sus hogares por esa sola razón? ¿Cuántos no han tenido que dar con sus huesos a las prisiones por esa razón? ¿Cuántos no viven en el filo del abismo, a riesgo de muerte, por esa razón?
Es fácil decir que el PIP lo único que le interesa es el fondo electoral, cuando no se cuestiona a ninguna otra organización por usufructuarlo. Recuerdo que en el pasado mucha gente criticó las campañas del PIP porque no hablaban de independencia, esta vez la criticaron porque hablaba de "declara tu independencia". La realidad es que un voto por el PIP en las elecciones generales no implica un voto por la independencia per se, porque el proceso es más complejo, pero es un modo de desafío, de encarar el sistema colonial, y una forma de llevar un mensaje a Puerto Rico y al mundo, de que en esta Patria todavía hay gente capaz de sacrificarlo todo, si fuese necesario, por alcanzar ese objetivo legítimo de toda nación subyugada.
En definitiva, el problema no es el PIP, sino quienes desde la izquierda independentista (porque también hay una derecha seudoindependentista que habita en otro partido, donde también habita una derecha colonialista y otra anexionista) no entienden que éste es un instrumento de lucha tan legítimo como cualquier otro. Es decir, la deseada desaparición del PIP, que muchos impulsan, no avanzará la lucha, sino un trabajo conjunto desde el respeto mutuo. En este aspecto, naturalmente, el PIP deberá hacer igualmente revisión de su política. Estamos en la etapa democrático-popular de la lucha por la independencia, no en la de las transformaciones sociales que desatan la lucha de clases. Se requiere entonces una alianza de la burguesía independentista, la pequeña burguesía y los trabajadores para alcanzar ese primer paso, y en ese sentido tienen todos los sectores que hacer revisión de sus posturas.
En este sentido entiendo que el PIP debe revisar posturas y ver las posibilidades de aglutinar más allá de sus filas, como la casa grande del independentismo, algo así como en sus orígenes lo fue el PPD de la puertorriqueñidad.
Debo aclarar que mi análisis parte de una visión político-periodística de la realidad nacional, sin intereses organizacionales particulares.