Jesús Dávila
SAN JUAN, Puerto Rico, 9 de Noviembre de 2008 (NCM) – Al faltar apenas dos años para que la Asamblea General de las Naciones Unidas pueda reabrir el caso colonial de Puerto Rico, la realineación de las fuerzas políticas ha puesto al movimiento anexionista en posesión total del poder, lo que para unos es esperanzador y para otros amenazante.
Desde el inicio, el gobernador electo Luis Fortuño, un católico conservador que sin embargo ha promovido a sectores liberales dentro de su Partido Nuevo Progresista, ha estado tratando de llevar el mensaje de que el pueblo busca "esperanza" y que para eso habrá que atender primero la reconstrucción urgente de la economía y la moral pública, aunque sin olvidarse del compromiso de buscar que Puerto Rico se convierta en estado de los Estados Unidos.
Al menos por el momento, está por verse si el discurso de Fortuño se impone en un PNP que acaba de propinarle el golpe más grave en toda su historia al autonomista Partido Popular Democrático, que no sólo perdió el control del Ejecutivo y la Legislatura, sino de la Rama Judicial y todos los organismos fiscalizadores del Estado. En privado ya se escuchan quejas de quienes alegan que algunos intentan aprovechar el triunfo arrollador para impulsar agendas particulares y hacer negocios cuestionables.
En los primeros días después del triunfo del 4 de noviembre, Fortuño logró organizar el liderato legislativo mediante un balance entre los sectores anexionistas e inició gestiones en Washington para obtener ayudas económicas de emergencia. Ese campo, sin embargo, también es tierra minada, debido a la designación de Rahm Emmanuel como jefe de gabinete del nuevo presidente Barack Obama.
Lejos de haber mostrado mucho interés en Puerto Rico, el congresista de Chicago no firmó ninguno de los dos proyectos para la atención del caso colonial y su historial indica que sus prioridades están en ser un fuerte defensor de Israel frente a los árabes, al punto de estar entre los demócratas que respaldaron la invasión de Irak.
En privado, fuentes del PNP muestran estar muy conscientes de que el histórico triunfo se debió a la desesperación de mucha gente ante el deterioro de la economía, el colapso fiscal del Estado, y los aumentos en impuestos y tarifas. A eso se suman casos no resueltos como el de cuál fue la participación del gobierno autonomista en la muerte del comandante del Ejército Popular Boricua-Macheteros, Filiberto Ojeda, y la crisis de moral pública que condujo a que el PPD se atreviera a presentar como candidato al Gobernador, Aníbal Acevedo Vilá, quien en febrero próximo deberá enfrentar juicio en el Tribunal de Distrito de EEUU por 24 cargos criminales de corrupción.
De hecho, a pesar del poderío del PNP resultante de haber obtenido más de un millón de votos, el retraimiento masivo que ocurrió levanta muchas incógnitas pues al menos 550,000 electores no se presentaron a las urnas, cifra que aumenta si se toman en cuenta los que ni siquiera se inscribieron. Eso hace importante para Fortuño tener en la oposición política alguien con quién dialogar, en particular si la situación de EEUU y la crisis global obstaculizan una recuperación rápida de la economía boricua.
A corto plazo, sin embargo, no está claro quiénes estarán en condiciones de ser interlocutores políticos frente a la nueva mayoría absoluta.
En la oposición –descuartizada por el triunfo de más del 52 por ciento del PNP- la situación ha provocado un agrio debate interno en el PPD, que obtuvo apenas cerca del 40 por ciento de los sufragios. Hasta ahora, ese debate se concentra entre los que defienden la "unión permanente" con EEUU y por lo tanto alegan que la culpa la tuvieron los que promovieron la "soberanía", mientras el otro bando insiste en que lo que se debe hacer es insistir todavía más en la ruta para que Puerto Rico busque una condición de república asociada.
Para el Partido Independentista Puertorriqueño, que obtuvo el 2.03 por ciento, el momento es de una intensa evaluación que ya se inició en sus comités en toda la isla y este fin de semana llegaba a los organismos nacionales. El PIP parece decidido a inscribirse –cosa que muy pocos ponen en duda- pero la pregunta es cómo intentará volver a la ruta de crecimiento que durante más de treinta años tuvo bajo el liderato de Rubén Berríos, pero que ahora le toca principalmente a una nueva generación de líderes.
El PIP quedó con poco menos de 40,000 votos, cifra casi exacta a la obtenida en el plebiscito de 1998, lo que hace ver la meta de volver a pasar la barrera de los 100,000 votos obtenida por Berríos como un reto formidable.
El Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, que considera al PIP un obstáculo y algunos de sus ideólogos han insistido en "denunciar" a los que traten de inscribirlo otra vez, se encuentra en la disyuntiva de cómo articular un movimiento electoral, luego de que líderes importantes de su formación echaran el resto en campañas del entonces oficialista PPD.
Queda el nuevo Partido Puertorriqueños por Puerto Rico, que obtuvo apenas el 2.76 por ciento y tampoco quedó inscrito. Esa formación sigue, sin embargo, en germen y no logró ser alternativa para los cientos de miles que no acudieron a votar.
Los análisis de lo que pasó para todos los bandos se dificulta por los datos del fenómeno ocurrido, que guarda cierta semejanza con 1944, cuando el PPD bajo el liderato carismático de Luis Muñoz Marín barrió con todo ante la implosión del anexionismo que había dominado la política puertorriqueña mediante la coalición de republicanos y socialistas. Pero esta vez, el retraimiento electoral surge con su propio grito y los intentos de explicar la derrota de los autonomistas con que muchos de sus seguidores se quedaron en sus casas no se verifica en los informes de votación.
Si bien en el pueblo de Loíza –por ejemplo- la votación fue de 67.06 por ciento y Fortuño se alzó con 54.89 por ciento frente a Acevedo Vilá con sólo el 29.72, en Maricao votó casi el 85 por ciento de los electores y Fortuño recibió 61.09 por ciento en tanto que Acevedo Vilá se quedó con sólo 36.33. Región por región, el PNP arropó sin importar el nivel de participación electoral.
Lo que sí quedó claro de la demografía de los pasados comicios es que sigue creciendo la tendencia de que la montaña está desplazando a los llanos costeros y las ciudades en la intensidad de la participación electoral. Así, mientras en el pueblo costero de Arroyo votó apenas el 67 por ciento, el promedio en los pueblos de la Cordillera Central fue de más de 80 por ciento, en tanto que los siete municipios de la zona metropolitana y las demás ciudades aportaron más del 40 por ciento de la abstención.
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