lunes, 17 de marzo de 2008

El trabajo es honra

Abimael Rodríguez Ortiz

Candidato a Representante Distrito 23

Comité del PIP en Peñuelas

Publicado en el Periódico Regional El Coquí

 

Hace poco más de cuatro meses y al momento de escribir esta columna estoy desempleado.  Fue un despido injustificado, así consta para récord, según el Departamento del Trabajo.  El patrono aún insiste en apelar el caso, pero ya el Secretario del Trabajo emitió su opinión y una vez más quedó demostrado que el patrono actuó de forma negligente.  Pero no es sobre este asunto del que voy a hablar.  En algún momento emitiré alguna opinión con más detalles sobre este pleito.  Sólo hago mención para traer el tema que quiero compartir con ustedes.

Llevo una búsqueda agresiva de empleo desde el primer día, tanto en la empresa privada, como en la pública.  Los momentos críticos por los que pasa nuestra patria hacen más complicado el conseguir empleo.  Ustedes han visto cómo las fábricas están anunciando cierres y cómo la recesión económica nos está acabando.
 

Viendo la situación difícil, en lo que el hacha va y viene, fui a una finca a recoger café.  Así como lo está leyendo.  Yo no le tengo miedo a ningún trabajo.  Lo que quiero es trabajar.  Pude fácilmente probar suerte en el extranjero, como hacen miles de puertorriqueños y puertorriqueñas mensualmente, aunque no lo descarto, pero no sin antes resistir hasta el máximo.  Se me hace difícil tomar esa decisión porque es un deber patriótico aportar al desarrollo económico del país.

Me levanto a las 5:00 a.m. todos los días.  Subo a uno de los lugares más altos de Peñuelas para recoger café.

Les garantizo que es una experiencia diferente, que con mucho orgullo realizo.  Allí donde se confunde el sonido de las aves con el canto del coquí y un gallo mañanero, en la fresca de un hermoso día, te transporta a otro Puerto Rico que muchos desconocen.

Es como si se hubiera detenido el tiempo.  La humildad del dueño de la finca, una taza de café bien calientito para calentar el cuerpo no acostumbrado al frío.  Y para ambientar, se escuchan unos cánticos a capela, canciones jíbaras que hacen del lugar uno ameno y agradable.  Un pie forzado por la sagrada escritura alimenta el ánimo para continuar la ardua tarea.  ¿Qué más se puede pedir?

Si cámaras, ni medios de comunicación, porque no se trata de publicidad como hizo Rosselló en su campaña pasada.  Estoy allí por necesidad, por falta de empleo  Pero qué bueno que esto ocurrió porque veo la necesidad por la que atraviesan los pequeños agricultores.  La realidad, nadie me la cuenta.  Yo mismo la vivo.  El sacrificio del recogido d, echarlo en un saco, cargarlo has la orilla de la calle, medirlo y saber que la paga por el esfuerzo es poca porque no eres muy diestro en esto.

Somos pocos los que nos aventuramos a este tipo de trabajo, pues créanme, lo hago con un profundo orgullo.  El señor Rosselló y el señor Aníbal no tienen ni la más remota idea de lo que pasa en este oficio.  El fango, las abayardes, las avispas  y la plumilla son sólo algunas de las molestias diarias para poder ganar el pan con el sudor de la frente.

Mi respeto a los que realizan esta labor de la cual soy parte.  También les garantizo que si recibo el favor del pueblo, este jíbaro buscará la manera o la forma para que sean mejor incentivados los que realizan este trabajo porque realmente vale la pena.  Esto no es sólo un trabajo honrado sino que es parte de nuestra cultura e idiosincrasia como nación.  Esa tacita de café que usted consume por la mañana, a las tres de la tarde o cuando visita a un amigo, es producto de una ardua tarea y sacrificio que otros hacen para el disfrute de los demás.

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